Cuenta la historia que en un pueblo, un grupo de personas solía divertirse con el tonto del pueblo, un pobre infeliz de poca inteligencia, que se ganaba la vida haciendo pequeños mandados y recibiendo limosnas. Casi todos los días, algunos hombres llamaban al tonto al bar donde se reunían y le ofrecían escoger entre dos monedas: una de tamaño grande de 400 reales y otra de menor tamaño, pero de 2000 reales.
El tonto siempre tomaba la más grande y menos valiosa, lo que despertaba las risas de todos. Un día, un forastero que observaba al grupo lo llamó aparte y le preguntó si no se daba c